
- Ya son las 5:00 a.m. Levántense todos. Si nos apuramos, llegamos al cráter, antes de que el volcán vuelva a hacer erupción! -
Listo con su cantimplora, botas de montaña, sombrero, armas y municiones; Patrol Comander, de la patrulla "El Tigre" y el pionero, Scout #8, el primero listo, esperaba afuera, al resto de los muchachos. ya había preparado café y con el frío de la madrugada, estaría listo para tomarselo, sin quemarse la boca. Seguramente los demás, sí se quemaron . . . El umbral de dolor de Hugo, era mas alto que el de cualquiera.
Por el camino encontraría pasajes escabrosos, demasiado empinados y resbaladizos para un niño de 14 años, quien tendría que subir él y salir adelante con su familia; con todos menos Fernando, quien hizo el fatal viaje de la pulmonía, a los 7 y por supuesto, sin su padre, que se había ido, para recorrer una larga travesía por el cáncer, cuando apenas empezaba el camino. Sin saber que en la cima se reúnen siempre todos: los que llegaron primero, con los que llagaremos últimos y sin mirar atrás, el Boy Scout (mas boy que otra cosa, en ese tiempo), se astilló las manos y cansó sus pies. Adoleció y maduró a mitad de la senda. A su paso, se encontró con
Haydée, quien al igual que Hugo, era de armas tomar y sin pensarlo dos veces, tomó sus cosas y los siguió. - No en todas las actividades participaba Haydée. Mientras celebraban su luna de miel, Hugo decidió atravesar a brazo de nado, el Lago de Amatitlán. Haydée, pacientemente, lo espero en la orilla . . .
Y es que Haydée, siempre lo esperaba a la orilla; preparaba el equipo: víveres, ropa limpia y una santiguada; y lo veía partir, a sabiendas de que Hugo siempre volvería.
Después de algún tiempo de andar, el camino se tornó menos peligroso. Alcanzó llanuras verdes, de paz, de esperanza. El aire soplaba puro y el sol del atardecer, ya no quemaba. Se bebió en el manantial, la satisfacción de haber criado cuatro hijos, igual de gallardos y superados, en muchas formas. Contempló con satisfacción y orgullo, uno y otro atardecer, en cada uno de sus nietos. Y cuando llegó la noche, alcanzó el merecido sueño reparador.
La mañana siguiente, trajo consigo bisnietos y entonces supo que el camino, a pesar de largo, mereció la pena. Cada golpe, cada raspón, cada pelea, cada derrota. Todas la veces que calló y al levantarse, llegó mucho mas alto que la vez anterior. Porque a pesar de que las luchas no fueron pocas, al final, siempre saldría vencedor.
La cima la alcanzó, este Patrol Comander, a los 92 años. Por la vía del Parkinson, fue el último de los muchachos Scouts en llegar al final. Y era de esperarse: si era el mas fuerte de todos y asistió a todos por el camino, era imposible que llegara primero. No fue de adorno que llevara el título de "Comandante de Patrulla", a lo largo de la vida.
Por cuestiones de registro, fue el Pionero #8. Por asuntos de heroísmo, siempre será el número UNO, en el corazón de toda su familia.